Humillación, la tercera herida

Este es el tercer artículo que dedicamos al libro de Lise Bourbeau “Las cinco heridas que impiden ser uno mismo”.

La humillación es una herida que comienza a manifestarse entre el primer y tercer año de vida, precisamente cuando el niño comienza a ser consciente de su cuerpo físico y necesidades fisiológicas.

Esta herida surge solo si el niño en algún momento siente, y no asume, que sus padres se avergüenzan de él, o si bien es él quien se avergüenza de sus padres. Tiene mucha relación también con los padres que controlan en exceso a sus hijos no ofreciéndoles la libertad suficiente como para autoconocerse.

Para evitar sentir esa vergüenza el niño crea la máscara del masoquismo, precisamente para no sufrir lo que se provoca es un mayor sufrimiento. Se niega sus necesidades y deseos, se autocontrola, y como se avergüenza se castiga incluso inconscientemente antes de que alguien lo haga.

Estos niños se sienten culpables por algo que es natural, su cuerpo, su sexualidad y eso les avergüenza y se obligan a ocultarse. La mejor manera que tiene el cuerpo de esconderse es poniendo kilos.

La mayoría de las personas que sufren la herida de la humillación tienen exceso de grasa corporal, flacidez y generalmente sobrepeso. No estaríamos hablando de aquellas personas con sobrepeso, que están fuertes o tienen buena musculatura en vez de grasa corporal.

Afirma Lise Borbeau que esta es la herida más difícil de reconocer, nos cuesta darnos cuenta de que no nos aceptamos tal y como somos, para compensar, las personas que tienen esta herida se desviven por los demás, cargan con responsabilidades que no les corresponden sobre sus espaldas, no se dan cuenta que se están rebajando a si mismos, aunque lo disfrazan sintiendo falsamente que los demás no pueden hacer esas cosas por si solos y les necesitan. La máscara masoquista les lleva a infravalorarse, se acusan de estar gordos, se ponen ropas feas que no les favorecen, castigan a su cuerpo dándole alimentos que no quiere, ni necesita.

Aquí nuestro Ego tratará de que no cambiemos y disfrazará nuestra herida de humillación en entrega por los demás.

Como la persona que sufre esta herida no se cree lo suficientemente bueno por lo que es, trata de hacerse valer  haciendo cosas por los demás continuamente.

Recuerda, no todo el mundo que alguna vez se ha sentido humillado o avergonzado tiene esta herida; solo si de niño no supiste asimilarlo.

Si esa herida no se sana, se va haciendo cada vez más profunda y el cuerpo comienza a mostrar síntomas. El más evidente será el exceso de grasa y peso en el cuerpo, así como la dificultad para adelgazar puesto que usan la comida como consuelo a su insatisfacción.

¿Cómo reconocer si tengo la herida de la humillación?

Si tienes exceso de grasa en tu cuerpo; te cuesta expresar tus verdaderas necesidades; eres incapaz de asumir la crítica porque te sientes disminuido; te sientes impotente muchas veces con tus seres queridos; crees que no eres libre por las circunstancias exteriores; cometes excesos.

Las personas con esta herida son personas muy sensuales pero no se permiten reconocérselo por lo que es posible que les cause problemas en sus relaciones sexuales.

Dolor de espalda, problemas respiratorios, enfermedades del hígado; así como afonías y anginas son habituales.

Es difícil tener todos los síntomas enumerados, pero cuantos más síntomas, de los arriba enumerados y otros muchos de los que habla la autora en el libro; más grande será la herida.

Aceptar la humillación

Aceptar que en algún momento te sentiste avergonzado o humillado no significa que te guste, o que tú lo hubieras hecho igual que tu progenitor, significa que aceptamos que nos ha ocurrido y que nosotros mismos también lo estamos haciendo, al no querernos lo suficiente nos estamos humillando y haciéndonos sufrir innecesariamente.

La aceptación tiene que ser triple: tienes que aceptar que te avergonzaron, que tú te avergüenzas de ti mismo y que tú también puedes avergonzar a los demás.

Recriminar a nuestros padres es la reacción más común cuando somos adultos, pero realmente no es la mejor para superar cualquiera de las cinco heridas. Recuerda todos tenemos alguna o todas y por tanto, nuestros padres también. En realidad, si observas el proceso de curación de las heridas, sanan con el perdón a nosotros mismos, más que a nuestros supuestos causantes. Puede ser bueno que hables de esto con tus padres, pero solo por conocer su punto de vista o como vivieron ellos los acontecimientos que a ti te generaron la herida. Te sorprenderás. Eso sí, no les hagas sentir culpables. Recuerda que la herida se sufre solo si no la integramos, con lo cual, nosotros pudimos elegir, aun siendo niños, aceptarla en su momento. Ya que todo el mundo, TODOS en algún momento de su vida nos hemos avergonzado por algo.

Además, aunque tengas una herida, no siempre te comportas de la manera descrita, eso solo lo haces cuando algo activa la herida y te colocas la máscara que la tapa. Ser consciente aquí es vital.

Puedes consultar aquí los pasos genérico para sanar cualquier herida.


Ejemplo de ejercicio para sanar la herida de humillación:

Aparte del proceso que os recomendamos en el artículo anterior para trabajar con estas heridas, ahora vamos a añadir otro ejercicio. Recordad que si tenéis recuerdos específicos de la infancia relacionados con la vergüenza o la humillación, es muy recomendable tratarlos con EFT. Si no tenéis recuerdos o sentís mucha resistencia para buscarlos, o simplemente os gustaría probar algo más, ahora haremos un ejercicio de «El código de curación». Si conoces la técnica, solo tienes que seguir los pasos, si no es así, haz tapping mientras dices las frases. (Si quieres saber más sobre El Código Curación ingresa en el área de Membresía)
Primer paso: Di en voz alta (puedes poner tus manos sobre el corazón mientras lo dices):
«Pido que todas las imágenes negativas conocidas y desconocidas, creencias no saludables, memorias celulares destructivas y todos los problemas físicos, relacionados con la herida de la humillación sean encontrados, abiertos y curados, por medio de llenarme con la luz, la vida, y el amor de Dios. También pido que la efectividad de esta curación sea incrementada en 100 veces o más«.
Segundo paso: Después de haber dicho tu petición, haz las 4 posiciones en 3 rondas (12 en total). Mientras mantienes esas posiciones puedes imaginar tu problema resuelto, o simplemente pensar en una imagen amorosa, sentir amor por algo o alguien.

Pincha en los enlaces para seguir aprendiendo sobre las heridas:

Traición

Injusticia

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