Este es el quinto y último artículo que dedicamos al libro de Lise Bourbeau «Las cinco heridas que impiden ser uno mismo».
La justicia es la apreciación, el reconocimiento y el respeto de los derechos y el mérito de cada uno. Cuando una persona no se siente apreciada o respetada en su justo valor o no cree recibir lo que se merece sufre una injusticia, pero también ocurre cuando cree que se le da más de lo que se merece. Pensar que tenemos más cosas materiales que otros puede abrir la herida al igual que el polo opuesto, pensar que no hemos recibido lo suficiente.
Esta herida se despierta con la individualidad del niño, entre los tres y los cinco años. Cuando comienza a ser consciente de las diferencias. Generalmente la herida de la injusticia se despierta cuando el niño cree que le tratan con frialdad, con excesivo autoritarismo, o de manera muy crítica, con severidad e intolerancia ante sus errores.
Si el niño no digiere bien esta situación, crea una máscara de rigidez para protegerse del dolor que le genera ese comportamiento de sus padres. Corta con sus sentimientos, pero por el contrario de lo que cree, corta su conexión emocional pero sigue sintiendo, de hecho las personas que sufren esta herida son muy sensibles pero desarrollan la capacidad de no demostrarlo hacia el exterior. Se engañan a si mismos con la máscara de la rigidez que les hace parecer fríos e insensibles.
¿Cómo reconocer si tengo la herida de la injusticia?
Físico: Cuerpo recto y bien proporcionado aunque tenga sobrepeso. Hombros derechos en los hombres y mujeres con curvas. Se cuidan mucho porque odian engordar. Poca flexibilidad. Piel clara que enrojece con facilidad.
Gestos: Cruzarse de brazos. Vestirse de negro. Movimientos rígidos pero dinámicos. Mirada viva. Ordenado hasta la obsesión
Actitud: Perfeccionista. Cree que se le aprecia por lo que hace y no por lo que es. Es muy independiente. Evita los problemas pero es resolutivo. No pide ayuda. Aparenta ser imperturbable. Si recibe algo sin esforzarse, se apaña para perderlo. Le cuesta perdonar. No se permiten divertirse ni descansar, se sienten obligados a estar haciendo algo. Le cuesta dejarse amar y mostrar amor pero no lo reconoce, cree que es cálido y afectuoso. Les cuesta comprometerse por miedo a equivocarse tienen pavor a romper un compromiso.
Enfermedades: Rara vez se enferman. Problemas de piel. Rigidez en las articulaciones. Problemas circulatorios o de varices. Alteraciones hepáticas.
¿Y que hago si tengo la herida de la injusticia?
Una persona con la máscara de la rigidez hace las cosas porque cree que debe ser así sin cuestionarse si aquello corresponde a sus necesidades y cuando las cosas no salen como quiere, carece de la flexibilidad necesaria para reorientar su camino.
Comienza por reconocer que eres injusto con los demás pero sobre todo contigo mismo que si tal vez no te gustó cómo se comportaron tus padres, tú estás reproduciendo contigo mismo esa actitud y con los demás. Coge un papel y al final de día escribe el nombre de aquellas personas con las que has sido injusto para tomar conciencia del problema.
Cómprate algo bonito sin necesitarlo para ayudarte a sentir que te permites cosas sin sentirte culpable, solo porque las deseas y no porque te las mereces.
Estarás en vías de sanación cuando te permitas cometer errores, aceptes las críticas sin montar en cólera, muestres tu sensibilidad y puedas llorar frente a otros sin perder el control o temer el qué dirán.
Recomendaciones finales
Si nos has acompañado en este apasionante viaje en los que hemos compartido contigo el fascinante descubrimiento de Lise Borbeau habrás ya conseguido sanar parte de tus heridas, pero no está de más recordarte que en el proceso no debes rechazar el dolor, sino todo lo contrario, amar una herida significa aceptar que la creaste por una razón y con la finalidad de ayudarte, úsala para tomar conciencia de algo que no quieres ver pero está.
No hagas como los niños que si algo les da miedo y se tapan los ojos creen que desaparecerá.
La máscara no es la que te hace sufrir sino el hecho de que no te aceptas tal y como eres, la máscara solo trata de ayudarte tapando el dolor pero como bien sabes lo que se esconde al final resurge con más fuerza. La máscara es una reacción no eres tú, una reacción que surgió en tu niñez pero ya no eres un niño y tienes más herramientas para curar tus heridas.
En resumen
Cuando detectas un comportamiento que te bloquea
1) Reconocer que es la máscara
2) Encontrar la herida que quiere tapar
3) No juzgarnos ni criticarnos, no desees que desaparezcan, también debes reconocerlas, amarlas y aceptarlas por su misión
4) Alégrate del hallazgo, agradéceselo a la persona que tocó tu herida y que te permite empezar el camino de la sanación
5) Concédete el derecho a aceptarte
6) Cuando con regularidad te digas, me he colocado esta máscara y por eso he reaccionado así, estarás en vías de sanación
Recuerda: Lo importante es ser consciente de que quieres sanar y tratarte con compasión, paciencia y tolerancia. Lise Bourbeau reconoce que ella después de más de 40 años aún sigue trabajando para sanar sus propias heridas.
Puedes consultar aquí los pasos genérico para sanar cualquier herida.
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